HERMAN MELVILLE.
Conforme el libro avanza nos damos cuenta de que la lucha entre el capitán Ahab y la ballena blanca se torna en una lucha por la comprensión de este mundo. Yo me atrevo a proponer una explicación filosófica, ya analizada por E.M Forster: una lucha contra el mal, o un intento de abolir el mal del universo. La ballena, símbolo del Mal, también puede ser símbolo del orden incomprensible que predica Kafka en sus novelas. Asimismo podemos ver en la ballena blanca una señal de nuestra propia incapacidad para comprender el universo. Pero en Ahab vemos un deseo de venganza, de transgredir el orden de las cosas establecido, un deseo de aniquilar la divinidad, de matar a Dios como Nietzsche. Parece que Ahab no perdona el hecho de haber perdido su pierna, y busca la venganza a toda costa, aunque eso signifique la muerte de toda su tripulación.A él y a Nathaniel Hawthorne, con quien compartió una atormentada amistad y con quien construyó el canon más solemne de la literatura del país. De Melville proceden, por emanación casi plotiniana, Nathaniel West, William Gaddis, buena parte de la concepción literaria de Faulkner, John Barth o Thomas Pynchon. Melville profundizó hasta la asfixia en las profundidades del fanatismo y la depresión. El hombre y la ballena están protegidos por la profesionalidad del ballenero, que lleva a la muerte del animal, pero protege el orden sagrado: “Cuando se arponea a la ballena, hay que seguir su rastro; cuando se hunde, hay que esperarla, y cuando emerge, hay que atacarla de nuevo”El hombre y la ballena están protegidos por la profesionalidad del ballenero, que lleva a la muerte del animal, pero protege el orden sagrado: “Cuando se arponea a la ballena, hay que seguir su rastro; cuando se hunde, hay que esperarla, y cuando emerge, hay que atacarla de nuevo”.